2.11 ESTOICISMO
La escuela
estoica fue fundada por Zenón de Citio. Nació en ese lugar en la isla de Chipre
en 332 a. C. y murió en 262. Fundó su escuela en una galería (en griego Stoa
Poikile) y por ello se conoció con el nombre de "estoica".
Su doctrina
llegó a ser tan importante que los atenienses le concedieron honores
extraordinarios.
Además de
seguir a los cínicos. Grates y Estilpón, el fundador del estoicismo, escuchó
las lecciones de Jenócrates en la Academia, y las de Polemón. También estudió
dialéctica con el megárico Diodoro Cronos, leyó a Platón y Heráclito, y se
informó de las teorías médicas y astronómicas de la época. Los estoicos llegan
a desarrollar un sistema filosófico. Dividen la filosofía en tres grandes
partes: Lógica, Física y Ética.
En su teoría
del conocimiento son empiristas. Consideran que todo conocimiento tiene su
origen en las sensaciones mismas que son la fuente de todo proceso
cognoscitivo. La mente humana está dispuesta para recibir las noticias que
transmiten los sentidos.
En su
concepción del mundo son materialistas. Consideran que el mundo es materia
animada por una fuerza inmanente que es algo así como Dios. Dicha fuerza es un
principio rector del universo ya que crea y determina los modos de ser de las
cosas concretas y singulares.
El universo
exhibe un orden racional y perfecto. Todo está determinado y acontece por
necesidad. El hombre, a diferencia del animal, es poseedor de razón y ocupa un
lugar privilegiado en el devenir de la naturaleza porque tiene la capacidad de
someterse a sus designios y así obrar rectamente.
Al igual que
las demás corrientes helenísticas (epicureismo, escepticismo y cinismo) el
estoicismo propone un ideal del sabio y de la vida buena.
Según la ética
estoica, es preciso vivir conforme a la naturaleza lo cual equivale a vivir
conforme a la razón. Como Sócrates, llegan a identificar la virtud con el saber
desembocando a un intelectualismo. La virtud, la conducta recta consiste en
ajustarse a la ley natural como expresión del curso cósmico y en última instancia
de la ley divina.
La más alta
sabiduría consiste en mantener una completa armonía con la naturaleza o razón,
sin embargo muchas veces las pasiones impiden lograr esto, por ello el sabio
tiene que liberarse de ellas, ser indiferente a los placeres, los honores, la
riqueza y toda suerte de vanidades para llegar a un estado de imperturbabilidad
(apátheia) que permita un espíritu libre, independiente y autárquico
(independiente de las cosas externas o pasiones).
Para el sabio
estoico es valioso aquello que contribuye a la armonía de la vida como el
ingenio, el arte, el progreso, la salud, el bienestar, etc. Son cosas
rechazables las que representan algo contrario: muerte, enfermedad, debilidad,
fealdad, etcétera.
El sabio debe
controlar las pasiones y ser indiferente a los dolores y miserias del mundo.
Estas no le afectan. Su espíritu es como una roca firme en medio de un mar
agitado. El fin supremo del hombre en la paz interior (ataraxia).
Asimismo el
sabio que propone el estoicismo acepta que la providencia divina todo lo rija
ya que no se puede luchar contra el destino. La resignación frente al Destino
se convierte en alegría. El sabio es alegre sabiendo que forma parte de un
orden universal.
Finalmente, el
estoico aceptará el suicidio cuando las adversidades no le compensen la vida,
que por otra parte, sólo es un bien preferible entre otros. El estoicismo cobró
una gran significación en el mundo antiguo. Se difundió hasta los primeros
siglos del cristianismo y entre los romanos tuvo una gran acogida. Entre sus
cultivadores destacan: Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.
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