martes, 29 de marzo de 2016

2.2 EL PENSAMIENTO DE HERACLITO EN EL CONTEXTO ACTUAL



No todos los presocráticos se agrupan en una escuela como los milesios, algunos filósofos de este periodo caminaron solos con su filosofía, tal es el caso de Heráclito de Éfeso (536-470 a. G), "amigo de la soledad y enemigo c la multitud, del rebaño de los ciudadanos que expulsaron a Hermodoro, el mejor de todos".
Heráclito, de espíritu elitista, no formuló su filosofía para la gente común sino para unos pocos. Su pensamiento se manifiesta por medio de sorprendentes aforismos, de sentencias oraculares a veces complicadas, razón por cual recibió el sobrenombre de "el Oscuro". En el intento de buscar un arjé o principio permanente del mundo Heráclito llegó a la conclusión de que ello no es posible, ya que en la naturaleza no existe nada estable; el universo en su integridad está sometido a un eterno cambio en el que "todo fluye, nada permanece" La realidad semeja un inmenso río en el cual no podemos sumergirnos dos veces, pues "nuevas aguas corren tras las aguas". En este mundo de perpetuos cambios, el principio lógico de identidad (toda cosa es idéntica a sí misma) parece ponerse e: entredicho, pues si todo cambia, ello significa que en un momento somos algo, pero en otro ya no somos ese algo. Lo único invariable o permanente es pues, el cambio mismo, el acontecer de las cosas.
Heráclito simboliza este eterno devenir de las cosas en el juego. El mundo es como un fuego eternamente vital, sin embargo, el filósofo de Éfeso no concibe el fuego a la manera de los milesios, como un principio primigenio de todas las transformaciones, sino más bien como la transformación misma de la realidad, el flujo y reflujo del devenir y del perecer.
El pensamiento de Heráclito es complejo y da la sensación de ser contradictorio. No se queda con la explicación de un mundo, eternamente cambiante y conflictivo donde "la guerra es la madre de todo", sino que postula que en el fondo de los cambios sucesivos de la naturaleza subyace una unidad percibida por el logas o razón. La diversidad de cosas que percibimos es tan solo una ilusión, el verdadero sabio resuelve las contradicciones en una unidad vislumbrada en un acto de profunda cavilación y siguiendo los dictados del logas. Lo sabio es uno, es necesario conocer con verdadero juicio de qué manera las cosas se encaminan a través de todo. Saber es conocer lo uno por medio del logos.
Lo que es y lo que no es en el fondo son una misma cosa. Según José Ferrater Mora en el pensamiento de Heráclito no hay propiamente contradicción, sino más bien una serie de "contrastes". De acuerdo con esto, para Heráclito la realidad se presentaría como llena de contrastes, de disonancias que no necesariamente se llegan a oponer. Por ejemplo, cuando Heráclito escribe que "la guerra es el padre y el rey de todo, y a algunos aparece como dioses, a otros como hombres; a algunos hace esclavos y a otros libres", no afirma que aparezca de modo opuesto a los mismos seres.
Ahora bien, estos contrastes deben arraigar en un orden, en una ley. Todo fluye y cambia; pero no de cualquier modo, cambia de acuerdo con un orden, por ello el filósofo de Éfeso dice metafóricamente que el cosmos es como un "fuego eternamente viviente que se enciende y se apaga según medidas".
De esta manera, la realidad puede concebirse como una pulsación o serie de pulsaciones regidas por una ley y por un logos al que el sabio debe prestar su máxima atención.
Desde la filosofía antigua podemos advertir dos direcciones de pensamiento antagónicos: las que como Parménides —filósofo presocrático que estudiaremos más adelante— conciben un mundo estático donde no hay lugar para el cambio, ya que éste resulta contradictorio e impensable, dando origen a una visión conservadora del mundo regido por el estatus-quo. Para esta forma de pensar todo cambio es peligroso, es mejor mantener la estabilidad, el orden establecido aunque este sea injusto. Frente a esta filosofía del no-cambio está la que pugna por el cambio bajo una visión dialéctica de la realidad, según la cual la sociedad y el pensamiento están en continuo desarrollo con todos sus avances v contradicciones internas. La concepción dialéctica acerca de la realidad no surgió repentinamente, sino que fue resultado de todo un proceso histórico. Ya los filósofos pre-socráticos observaron un mundo en continua transformación, vieron que las cosas nacen, desaparecen y se convierten en su contrario y se preguntaban por un principio o sustancia fundamental (arje) que escapara a estos incesantes cambios. Fue Heráclito el filósofo antiguo que expresó de manera elocuente esta visión dialéctica del mundo al considerar que la realidad no es algo fijo inmutable sino que "fue, es y será un fuego eternamente vivo, que se encenderá y apagará con regularidad".
La filosofía que se basa en la dialéctica es una filosofía que favorece el cambio, es esencialmente crítica y revolucionaria, ya que no se conforma con una sociedad injusta, antidemocrática, etc., sino que concibe un mundo en continua transformación, con posibilidades de mejorar las cosas, de renovarse continuamente y de perfeccionar al ser humano en sus infinitas posibilidades.           

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