2.2 EL PENSAMIENTO DE HERACLITO EN EL CONTEXTO ACTUAL
No todos los
presocráticos se agrupan en una escuela como los milesios, algunos filósofos de
este periodo caminaron solos con su filosofía, tal es el caso de Heráclito de
Éfeso (536-470 a. G), "amigo de la soledad y enemigo c la multitud, del
rebaño de los ciudadanos que expulsaron a Hermodoro, el mejor de todos".
Heráclito, de
espíritu elitista, no formuló su filosofía para la gente común sino para unos
pocos. Su pensamiento se manifiesta por medio de sorprendentes aforismos, de
sentencias oraculares a veces complicadas, razón por cual recibió el
sobrenombre de "el Oscuro". En el intento de buscar un arjé o
principio permanente del mundo Heráclito llegó a la conclusión de que ello no
es posible, ya que en la naturaleza no existe nada estable; el universo en su
integridad está sometido a un eterno cambio en el que "todo fluye, nada
permanece" La realidad semeja un inmenso río en el cual no podemos
sumergirnos dos veces, pues "nuevas aguas corren tras las aguas". En este
mundo de perpetuos cambios, el principio lógico de identidad (toda cosa es
idéntica a sí misma) parece ponerse e: entredicho, pues si todo cambia, ello
significa que en un momento somos algo, pero en otro ya no somos ese algo. Lo
único invariable o permanente es pues, el cambio mismo, el acontecer de las
cosas.
Heráclito
simboliza este eterno devenir de las cosas en el juego. El mundo es como un
fuego eternamente vital, sin embargo, el filósofo de Éfeso no concibe el fuego
a la manera de los milesios, como un principio primigenio de todas las
transformaciones, sino más bien como la transformación misma de la realidad, el
flujo y reflujo del devenir y del perecer.
El pensamiento
de Heráclito es complejo y da la sensación de ser contradictorio. No se queda
con la explicación de un mundo, eternamente cambiante y conflictivo donde
"la guerra es la madre de todo", sino que postula que en el fondo de
los cambios sucesivos de la naturaleza subyace una unidad percibida por el
logas o razón. La diversidad de cosas que percibimos es tan solo una ilusión,
el verdadero sabio resuelve las contradicciones en una unidad vislumbrada en un
acto de profunda cavilación y siguiendo los dictados del logas. Lo sabio es
uno, es necesario conocer con verdadero juicio de qué manera las cosas se
encaminan a través de todo. Saber es conocer lo uno por medio del logos.
Lo que es y lo
que no es en el fondo son una misma cosa. Según José Ferrater Mora en el
pensamiento de Heráclito no hay propiamente contradicción, sino más bien una
serie de "contrastes". De acuerdo con esto, para Heráclito la
realidad se presentaría como llena de contrastes, de disonancias que no
necesariamente se llegan a oponer. Por ejemplo, cuando Heráclito escribe que
"la guerra es el padre y el rey de todo, y a algunos aparece como dioses,
a otros como hombres; a algunos hace esclavos y a otros libres", no afirma
que aparezca de modo opuesto a los mismos seres.
Ahora bien,
estos contrastes deben arraigar en un orden, en una ley. Todo fluye y cambia;
pero no de cualquier modo, cambia de acuerdo con un orden, por ello el filósofo
de Éfeso dice metafóricamente que el cosmos es como un "fuego eternamente
viviente que se enciende y se apaga según medidas".
De esta
manera, la realidad puede concebirse como una pulsación o serie de pulsaciones
regidas por una ley y por un logos al que el sabio debe prestar su máxima
atención.
Desde la
filosofía antigua podemos advertir dos direcciones de pensamiento antagónicos:
las que como Parménides —filósofo presocrático que estudiaremos más adelante—
conciben un mundo estático donde no hay lugar para el cambio, ya que éste
resulta contradictorio e impensable, dando origen a una visión conservadora del
mundo regido por el estatus-quo. Para esta forma de pensar todo cambio es
peligroso, es mejor mantener la estabilidad, el orden establecido aunque este
sea injusto. Frente a esta filosofía del no-cambio está la que pugna por el
cambio bajo una visión dialéctica de la realidad, según la cual la sociedad y
el pensamiento están en continuo desarrollo con todos sus avances v
contradicciones internas. La concepción dialéctica acerca de la realidad no
surgió repentinamente, sino que fue resultado de todo un proceso histórico. Ya
los filósofos pre-socráticos observaron un mundo en continua transformación,
vieron que las cosas nacen, desaparecen y se convierten en su contrario y se preguntaban
por un principio o sustancia fundamental (arje) que escapara a estos incesantes
cambios. Fue Heráclito el filósofo antiguo que expresó de manera elocuente esta
visión dialéctica del mundo al considerar que la realidad no es algo fijo
inmutable sino que "fue, es y será un fuego eternamente vivo, que se
encenderá y apagará con regularidad".
La filosofía
que se basa en la dialéctica es una filosofía que favorece el cambio, es
esencialmente crítica y revolucionaria, ya que no se conforma con una sociedad
injusta, antidemocrática, etc., sino que concibe un mundo en continua
transformación, con posibilidades de mejorar las cosas, de renovarse
continuamente y de perfeccionar al ser humano en sus infinitas posibilidades.
bien
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