Tanto el
epicureismo como el estoicismo establecían opiniones fijas sobre la vida
virtuosa o el ideal del sabio y en este sentido eran filosofías dogmáticas.
Frente a ellas surge una doctrina radical que pone en tela de juicio la
obtención de la verdad: el escepticismo.
El
escepticismo (de la palabra griega: skepsis, duda) no fue propiamente una
escuela sino una corriente a la que libremente se adhirieron algunos
pensadores. Uno de los más antiguos fue Pirrón de Elis (365-275) quien
consideraba que el máximo bien del hombre es buscar la felicidad que se lograba
asumiendo la indiferencia o ataraxia. El ideal del sabio consiste en abstenerse
de juzgar, en suspender su juicio (epojé), pues sólo entonces puede éste lograr
la imperturbabilidad, la tranquilidad del alma y por lo tanto la perfecta
felicidad. Toda opinión tiene su contraria y esto nos impide conocer la verdad.
Sólo podemos conocer las apariencias y no las cosas como en realidad son. No es
posible alcanzar una certeza absoluta sobre las cosas, la duda nos persigue
continuamente. Lo mejor es no afirmar nada como cierto, sino abstenerse de
formular juicios, esta es la única manera de llegar a la quietud de ánimo,
evitando pronunciar cosas discutibles que nos llenen de zozobra.
Otro de los
filósofos escépticos, de nombre Enesidemo de Cnosos que enseño en Alejandria hacia el primer siglo a. C. formuló una serie
de argumentos tratando de demostrar la imposibilidad de un conocimiento cierto
ya que siempre se presenta la duda: las percepciones varían entre los hombres y
los animales. Por ejemplo no ven su entorno de la misma manera un elefante que
una hormiga; los individuos van cambiando sus percepciones y opiniones durante
las diversas situaciones y épocas de su vida; las percepciones cambian por
circunstancias pasajeras, el clima, los estados del tiempo, etc.; en fin, por
ningún recurso los hombres pueden conocer las cosas en su estricta pureza, no
disponen de medios para distinguir lo verdadero de lo falso, frente a una
muchedumbre de impresiones plenas de contradicciones y de confusas
apreciaciones.
Entre los
escépticos también figura Sexto Empírico (250-200 a. C.) quien escribió dos
importantes libros: Bosquejos pirrónicos y Contra los matemáticos. En contra de
un saber puramente teórico, dogmático y metafisico desarrolla un conocimiento
basado en la experiencia. En Alejandría fundó una escuela de medicina empírica
que enseñaba que el estudio de las enfermedades debía ser hecho por medio de la
experiencia y la observación, tal enseñanza no era definitiva pues siempre
estaría sometida al ensayo y al error.
Cinismo. Una
de las corrientes más controvertidas de la época helenística fue, sin duda, la
escuela cínica. Fue fundada por Antístenes quien nació en Atenas hacia el año
450 a. C. y murió hacia 365. Fue discípulo del sofista Gorgias, y es posible
que tratara a otros como Hipias y Pródico. Además fue ferviente adepto de
Sócrates, al que sobrevivió largamente. Considera que el objetivo final de la
existencia es vivir de acuerdo con la virtud y sólo de eso depende la
felicidad. La virtud puede enseñarse, y una vez aprendida no se olvida: el
sabio es el hombre virtuoso y feliz. Discute si el placer sea la fuente de la
virtud. El sabio no debe rendirse a los placeres, todas las pasiones y deseos
deben ser controlados por el filósofo. La virtud se logra mediante un continuo
esfuerzo y se consigue dominando las pasiones, las necesidades, el hambre, la
sed, el frío, la pobreza, la humillación y el destierro.
Los cínicos
mantienen una oposición entre naturaleza y cultura o civilización. La
civilización es lo convencional y artificial mientras que la naturaleza es lo
auténtico y primigenio. El sabio desprecia la "civilización" con
todas sus argucias y falsedades y solo reconoce el valor de la naturaleza.
"Defiende la existencia de un dios único y no semejante a los tradicionales,
ya que, por convención existen muchos dioses pero por naturaleza uno solo.
Rechaza las instituciones sociales: el Estado, la religión, la familia, y
también la educación y la cultura, al menos en sentido retórico".
Uno de los más
controvertidos, pintorescos y extravagantes personajes del cinismo es Diógenes
de Sinope que se supone nació hacia el 400 de esa ciudad y murió en Corinto
hacia el 322 a. C.
"En
Diógenes encontramos exacerbados los trazos característicos del cínico: no
tiene patria ni casa, habita en una tinaja cerca del agora, viste el escueto y
raído tribón, y, al ver a un niño beber de una fuente con las manos ahuecadas,
arroja su única propiedad: una escudilla de madera. Es de una desvergüenza
absoluta, y muestra en su manera de vivir su desdén por todos los lujos
inútiles de la civilización y por los llamados deberes de la comunidad. Retorna
a la vida natural tomando como ejemplo a los animales. No admite la propiedad
ni la familia, y encuentra en esa austera independencia y en esa libertad total
de palabra y de actitud el camino hacia la dicha. Sólo admitía un orden justo,
el de la naturaleza en el universo, y se proclamaba a sí mismo cosmopolita, es
decir, ciudadano del universo."
2.11 ESTOICISMO
La escuela
estoica fue fundada por Zenón de Citio. Nació en ese lugar en la isla de Chipre
en 332 a. C. y murió en 262. Fundó su escuela en una galería (en griego Stoa
Poikile) y por ello se conoció con el nombre de "estoica".
Su doctrina
llegó a ser tan importante que los atenienses le concedieron honores
extraordinarios.
Además de
seguir a los cínicos. Grates y Estilpón, el fundador del estoicismo, escuchó
las lecciones de Jenócrates en la Academia, y las de Polemón. También estudió
dialéctica con el megárico Diodoro Cronos, leyó a Platón y Heráclito, y se
informó de las teorías médicas y astronómicas de la época. Los estoicos llegan
a desarrollar un sistema filosófico. Dividen la filosofía en tres grandes
partes: Lógica, Física y Ética.
En su teoría
del conocimiento son empiristas. Consideran que todo conocimiento tiene su
origen en las sensaciones mismas que son la fuente de todo proceso
cognoscitivo. La mente humana está dispuesta para recibir las noticias que
transmiten los sentidos.
En su
concepción del mundo son materialistas. Consideran que el mundo es materia
animada por una fuerza inmanente que es algo así como Dios. Dicha fuerza es un
principio rector del universo ya que crea y determina los modos de ser de las
cosas concretas y singulares.
El universo
exhibe un orden racional y perfecto. Todo está determinado y acontece por
necesidad. El hombre, a diferencia del animal, es poseedor de razón y ocupa un
lugar privilegiado en el devenir de la naturaleza porque tiene la capacidad de
someterse a sus designios y así obrar rectamente.
Al igual que
las demás corrientes helenísticas (epicureismo, escepticismo y cinismo) el
estoicismo propone un ideal del sabio y de la vida buena.
Según la ética
estoica, es preciso vivir conforme a la naturaleza lo cual equivale a vivir
conforme a la razón. Como Sócrates, llegan a identificar la virtud con el saber
desembocando a un intelectualismo. La virtud, la conducta recta consiste en
ajustarse a la ley natural como expresión del curso cósmico y en última instancia
de la ley divina.
La más alta
sabiduría consiste en mantener una completa armonía con la naturaleza o razón,
sin embargo muchas veces las pasiones impiden lograr esto, por ello el sabio
tiene que liberarse de ellas, ser indiferente a los placeres, los honores, la
riqueza y toda suerte de vanidades para llegar a un estado de imperturbabilidad
(apátheia) que permita un espíritu libre, independiente y autárquico
(independiente de las cosas externas o pasiones).
Para el sabio
estoico es valioso aquello que contribuye a la armonía de la vida como el
ingenio, el arte, el progreso, la salud, el bienestar, etc. Son cosas
rechazables las que representan algo contrario: muerte, enfermedad, debilidad,
fealdad, etcétera.
El sabio debe
controlar las pasiones y ser indiferente a los dolores y miserias del mundo.
Estas no le afectan. Su espíritu es como una roca firme en medio de un mar
agitado. El fin supremo del hombre en la paz interior (ataraxia).
Asimismo el
sabio que propone el estoicismo acepta que la providencia divina todo lo rija
ya que no se puede luchar contra el destino. La resignación frente al Destino
se convierte en alegría. El sabio es alegre sabiendo que forma parte de un
orden universal.
Finalmente, el
estoico aceptará el suicidio cuando las adversidades no le compensen la vida,
que por otra parte, sólo es un bien preferible entre otros. El estoicismo cobró
una gran significación en el mundo antiguo. Se difundió hasta los primeros
siglos del cristianismo y entre los romanos tuvo una gran acogida. Entre sus
cultivadores destacan: Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.
2.10 EPICUREÍSMO
Esta doctrina,
característica de la época helenística, fue fundada por Epicuro quien nació en
el año 341 a. C. en la isla de Samos, y murió en 270 a. C. Pasó su juventud y
una parte de su edad madura en Asia, Samos y Lesbos, para establecerse
finalmente en Atenas donde fundó su escuela llamada £1 Jardín. Era un lugar
silencioso lejos del bullicio de la ciudad. Sus discípulos cultivaban la
generosidad y la amistad recíprocas, celebraban austeras comidas comunitarias
para festejar el cumpleaños de su maestro.
En El Jardín
se aceptaban personas de todas las clases sociales, incluyendo mujeres y
esclavos. Y esto provocaba escándalo entre sus contemporáneos.
Para Epicuro
el fin de la vida humana es la felicidad, pero ésta se logra mediante la
práctica y búsqueda de los placeres (hedonismo). La búsqueda del placer y el
rechazo al dolor es propio de la condición humana. Sin embargo no todos los
placeres son iguales y tienen la misma calidad. El sabio debe elegir los
placeres más acordes con lo humano y alejarse de aquellos que provoquen fatiga,
desenfreno y remordimiento. Los placeres buenos son los que acarrean serenidad
y elevación del espíritu. La máxima virtud es la phronesis, es decir, la
cordura, la moderación y la presencia de ánimo. El sabio debe alejarse de la
vida política que busca reconocimientos, honores y pleitesía. La mejor
convivencia es la de la amistad solidaria que busca fines y virtudes comunes.
En su
concepción del mundo Epicuro adoptó la teoría materialista de Demócrito sobre
los átomos y el vacío. Aunque no negó la existencia de los dioses, su
cosmovisión está basada en el materialismo.
El epicureismo
tuvo muchos seguidores. A esta escuela pertenecieron sobre todo pensadores
romanos como Tito Pomponio Ático, Tito Lucrecio Caro y Plinio el Joven. Todos ellos
hacían consistir la virtud en la moderación de deseos.
2.9 LAS POSTURAS ANTROPOLÓGICAS SOFISTAS DE PROTÁGORAS, GORGIAS Y
CALIÓLES
En el periodo
antropológico de la filosofía griega, que transcurre en el siglo v a. C. surge,
además de la filosofía de Sócrates, una corriente de pensamiento conocido como
la sofistica. Se trata de una época de esplendor: es el siglo de oro de Perícles,
del Iluminismo griego en el que se desarrolla la democracia como forma de
gobierno y de vida social. Florecen las artes, la escultura, la arquitectura,
la tragedia y la poesía.
La actividad
científica experimenta profundas mudanzas. "La medicina y otras
actividades que habían sido un mero arte, van acogiendo poco a poco teorías y
doctrinas, intensificándose así las naturales relaciones entre ciencia y
técnica".
Como vimos,
este período de la filosofía griega se conoce como antropológico porque en él
prevalece, como objeto de reflexión, el tema del hombre. "El tópico
central de la época sofista siempre fue el mismo: el hombre o el ser humano
individual y la raza humana"
"Todo en
el siglo v conduce a interesarse principalmente por el hombre. La escultura
clásica idealiza la figura humana en una sabia mezcla de medida, idea e
imitación de los seres naturales; la medicina y la fisiología del cuerpo humano
y, con sentido humanista, quiere prevenir más bien que curar las enfermedades.
En ninguna obra es tan clara la importancia que se da al hombre como en las
tragedias de Sófocles y de Eurípides. En la Antígona de Sófocles, aparece radiante
en su dignidad, la figura humana:
·Numerosas son las maravillas del mundo, pero la
más grande de las maravillas es el hombre...
·Es el ser de los mil recursos.
·Jamás el porvenir lo toma por sorpresa.
·Conoce el arte de escapar a los males
incurables.
·Sólo el país de los muertos puede detener su
carrera.
En la
sofística —como su nombre lo indica— son los llamados "sofistas" los
que desempeñan un papel importante. En esa agitada época de la democracia
ateniense se imponía que los ciudadanos adquirieran la habilidad de argumentar,
de hacer valer sus votos y derechos. Los sofistas fueron los maestros que
proporcionaban esta habilidad, que enseñaban la técnica de hablar y convencer a
los auditorios más variados.
Originalmente
la palabra sofista, del griego shopós, significó "sabio". Esta
expresión era usada para referirse a cualquiera que poseyera un conocimiento
excepcional. Hacia fines del siglo v a. C. fue aplicada no sólo a los
profesores de retórica, sino a cosmólogos, astrónomos, matemáticos, etc. Sin
embargo, más tarde adquirió un sentido peyorativo. Platón y Aristóteles,
principales oponentes y críticos de los sofistas se refirieron a éstos como
pensadores espurios, que aparentan tener una habilidad filosófica. Así la
imagen de los sofistas se tornó en negativa, aludía a falsarios de la verdad, a
charlatanes que cobraban altos honorarios por sus enseñanzas, mismas que
encerraban un "saber aparente". Y es que, como veremos, los sofistas
desarrollaron un pensamiento escéptico y relativista que impedía alcanzar una
verdad universal y objetiva.
Por otra
parte, los sofistas eran profesores que recoman las grandes ciudades del mundo
antiguo, enseñando a los jóvenes, a cambio de elevadas retribuciones
económicas, las ciencias y las artes, particularmente la retórica y la
dialéctica o arte de discutir. Entre sus características más sobresalientes
figuran el escepticismo y relativismo que mostraban sus doctrinas, su
orientación humanista o antropológica ya que en su época "hubo un
prevaleciente espíritu de optimismo acerca de la raza humana y su capacidad para
la sabiduría".
A esto habría
que añadir el carácter pragmático que permeaba su pensamiento, toda vez que
concebían al saber humano como un arte, como una habilidad que permitía
influir, de alguna manera, en la sociedad. Así "la educación ofrecida por
los sofistas más viejos fue, por lo tanto, estrictamente como la educación
clásica tradicional de las escuelas públicas inglesas. Ambas fueron concebidas
como un entrenamiento para la vida, no para la ciencia o la erudición; ambas
incorporaron una pretensión humanística y antidogmática; ambas fueron dirigidas
principalmente a hombres jóvenes, que probablemente llegarían a ocupar
posiciones de influencia en la vida pública".
Muchos son los
sofistas que actuaron y pensaron en el mundo antiguo; nos referiremos a manera
de ejemplos, a tres grandes figuras representativas de la sofística:
Protágoras, Gorgias y Calicles.
Protágoras de Addera. Fue el más
destacado de los sofistas. Nació hacia 480 en la ciudad de Addera. No fue un
pensador sistemático y tuvo una teoría fragmentaria del conocimiento. Su teoría
principal y más conocida es el relativismo y subjetivismo que entraña su
pensamiento. En su tratado sobre La Verdad llega a sostener que:
"El
hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las
que no son en cuanto no son".
De este
aforismo se desprende una teoría del conocimiento relativista que nos remite al
pensamiento de Heráclito: todo está en movimiento, todo cambia, es imposible
captar una verdad fija sobre las cosas. No existe una verdad absoluta ya que
ésta cambia, cambia el mundo y nosotros también. "Protágoras piensa que el
mundo está hecho a la medida de quien lo contempla y quien contempla al mundo
al mismo tiempo lo está inventando" (subjetivismo).
Si el hombre
es la medida de todas las cosas, ello significa que hay tantas verdades u
opiniones como sujetos hay en el mundo. No hay, pues una verdad universal como
pretende la ciencia sino tan solo una multiplicidad de "verdades" de
acuerdo con lo que perciben los individuos. En efecto, la percepción, el
conocimiento que emana de la sensación es el que, al final de cuentas,
privilegia el sofista Protágoras. Este concepto relativista de la verdad
concuerda con el refrán que dice: "nada es verdad ni mentira, todo es
según el color del cristal con que se mira".
El
conocimiento, para Protágoras, deriva de la sensación y como las sensaciones,
en cada individuo, son distintas, cada quien elaborará su verdad, su manera de
ver las cosas, de manera diferente. Así Juan, por ejemplo, disfruta una
rebanada de pina por su sabor agradable y fresco, mientras que María la rechaza
porque la encuentra "acida" y molesta su paladar.
A pesar de
este relativismo que ostenta el pensamiento de Protágoras, se advierte en él un
optimismo humanístico al concederle al hombre un sitio tan importante como
medida o centro del conocimiento (antropocentrismo).
Cabe señalar
que la teoría relativista de Protágoras encontró en Demócrito un crítico agudo
pues decía: "si la tesis de Protágoras es que todas las proposiciones son
sólo relativamente verdaderas o falsas, entonces la tesis debe ser aplicada a
sí misma, y por lo tanto, hay una contradicción en suponer que verdadera.
Además del
Tratado de la Verdad donde pudimos observar los principales rasgos del
pensamiento de Protágoras relativismo, subjetivismo, escepticismo, el notable
sofista escribió un ensayo "sobre los dioses" donde se hace patente
su postura escéptica:
"Concerniente
a los dioses —nos dice yo no tengo medios de saber ni si ellos existen o si no
existen, ni qué clase de forma pueden tener; hay muchas razones por las cuales
el conocimiento sobre este asunto no es posible, debido a la ausencia de evidencia
y a la brevedad de la vida humana."
Sin duda esta
postura escéptica y atea le acarreó a Protágoras serios problemas en su tiempo,
ya que "ganó la distinción de haber sido el primer hombre cuyos escritos
fueron quemados por la autoridad pública". "Sus escritos expresaron,
memorablemente y con estilo, un espíritu de irreverente relajamiento ante cualquier
clase de saber recibido".
Gorgias de
Leontine (483-375 a. C). Nació en Leontine, Siracusa. Fue maestro de retórica y
ejerció la diplomacia. Su pensamiento revela una marcada influencia de
Parménides en lo que toca a su dialéctica, a su manera de argumentar y
persuadir. En su tratado del no-ser pone las bases de una doctrina nihilista a
través del siguiente argumento:
• El ser no
existe.
• En caso de
que existiera no podría conocerse.
• Admitiendo
que se conociera, no sería posible comunicarlo.
Cuando Gorgias
dice que "el ser no existe" está pensando en el ser absoluto e
inmutable que concibió Parménides, el cual es inaccesible. Si solamente existe
el ser que nos entregan las sensaciones, éstas son engañosas, no son
auténticamente reales pues "muchas cosas pensadas no son realidades:
podemos concebir una carroza corriendo en el mar, o un hombre dotado de alas y
volando". De este modo no podemos confiar en las sensaciones, por lo tanto
no es posible tener un conocimiento genuino de éstas.
Pero suponiendo
que la sensación misma podría proporcionarnos alguno conocimiento, este
conocimiento no podríamos transmitirlo
por la naturaleza engañosa, inconexa y subjetiva que caracteriza a las
sensaciones. Debemos tener en cuenta que "no es el lenguaje el que
comunica cosas perceptibles, sino las cosas perceptibles las que crean el
lenguaje".
Gorgias acaba
por concebir la imagen de un ser humano encerrado en su conciencia, en lo que
los filósofos llaman un "solipsismo", un ser incomunicado y atrapado
en sus propias percepciones y vivencias.
Desembocando
en el escepticismo, que hemos visto es típico de los sofistas, Gorgias
considera que no hay conocimientos universalmente válidos. Mediante hábiles
discursos podemos persuadir a las gentes de que algo es falso o verdadero según
nos convenga.
Un ejemplo de
discurso, en este sentido, es el que Gorgias escribe con el título de Elogio o
Encomio a Helena donde trata de demostrar que el lenguaje, utilizado con
maestría, posee un poder mágico a la manera de una droga o un arte de
encantamiento. En este discurso Gorgias analiza el caso de la infidelidad de
Helena hecho que desencadenó la famosa Guerra de Troya.
Imaginando que
desarrolla una arenga defensiva, el célebre sofista trata de demostrar que
Helena no es culpable de haber incurrido en la infidelidad, argumentando que
fue raptada contra su voluntad pero no utilizando la violencia sino a través
del poder de las palabras expresadas por su seductor. El lenguaje, hábilmente
manejado, produce diversas reacciones en los oyentes: llanto, alegría,
culpabilidad, vergüenza, atracción, etc. Por lo tanto, la lengua puede ser
utilizada para manipular la mente y seducir a las personas, tal como le sucedió
a Helena de Troya al doblegarse ante el hechizo de las palabras.
CALICLES. Es un sofista legendario, se
duda de que haya existido. Con todo, es un personaje que aparece en uno de los
más interesantes diálogos de Platón: Gorgias o de la retórica donde se discute
el tema de la justicia. En este diálogo Platón nos presenta las teorías
sociales y políticas que sustentaban los sofistas a través de la controvertida
figura de Calicles. Estas teorías que forman una unidad son las siguientes:
a) Teoría de las dos órdenes. Consiste en
sostener que al lado del derecho escrito que se traduce en leyes y principios
creados por las instituciones sociales, hay otro orden derivado de la
naturaleza que no es creado por el hombre y que, por lo tanto, se opone al
orden social.
b) Teoría del derecho del más fuerte. Según esta
teoría, defendida también por Calicles, el orden legal, mera invención de los
seres humanos, es un orden ficticio. En cambio el orden natural que revela la
hermosa plenitud de la vida representa lo genuino y verdadero. En este orden
auténtico, que no es adulterado ni artificial, se observa que los fuertes
dominan y se imponen siempre a los débiles. Al tratar de definir la justicia
Calicles argumenta que si la realidad ha creado diferencias entre los
individuos, haciendo a unos superiores e inferiores a otros, la verdadera
justicia consistirá en sancionar la imposición del fuerte sobre el débil, y no
tratarlos de la misma manera. El fuerte puede dominar —por derecho natural— al
débil y por lo tanto hay que admitir que tiene el derecho de dominarlo. Lo que
pasa entre los hombres, ocurre también entre los animales: el pez grande se
come al chico, y al comérselo cumple con una ley natural. De la misma manera,
cuando los pueblos poderosos conquistan a los más pequeños no están más que
obedeciendo a los designios de la naturaleza.
LAS DIVERSAS CORRIENTES HELENÍSTICAS COMO REFERENCIA PARA COMPRENDER
LAS IDEOLOGÍAS ACTUALES
Después de la
muerte de Aristóteles ocurrida en 322 a. C. surge una nueva época para la
filosofía antigua, la cual ha sido vista como un periodo de crisis o de
decadencia. Este periodo es el helenismo o de la filosofía helenística. La
Polis griega llega prácticamente a su ocaso. "Grecia, denominada por
Macedonia, irá de crisis en crisis hasta que en el año de 148 a. C. Macedonia
se vuelva provincia romana el resto de Grecia se anexe a esta provincia".
En el aspecto
político destacan las conquistas de Alejandro Magno, que pusieron al
pensamiento griego en contacto con el mundo oriental dando lugar a una síntesis
cultural, y el auge y consolidación del imperio romano. Sin embargo, el
espíritu griego funge como elemento civilizador y se extiende
considerablemente. Los términos helenismo y helenístico son derivados del verbo
hellenízein que significa "hablar griego" o "actuar como
griego".
A través de su
lengua los griegos dominan el panorama cultural de la época transmitiendo su
arte, su religión, su literatura y su filosofía que conlleva un atractivo modo
de comprender el mundo. Al expandirse la cultura hacia diversas ciudades como
Alejandría, Pérgamo, Cirene, Siracusa, etc. surge un cosmopolitismo: el hombre
se siente ciudadano del mundo y no de una polis en particular. Y junto a este
cosmopolitismo se desarrolla un individualismo. Los hombres ya no se sentían
subordinados a la Polis. La ciudad había perdido su carácter autosuficiente.
"Los
ciudadanos advertían que ya no estaban en sus manos el destino de la polis ni
su libertad, sino que quedaban al arbitrio de un poder superior, el del
Caudillo en turno o el del Monarca, y, acaso, por encima de ambos, de un poder
superior, azaroso y fortuito que se representaron en la figura de la tyche o
fortuna, una divinidad imprevisible que sustituía a los antiguos dioses
patrones de la localidad.
Dentro de este
panorama crítico la filosofía se convierte en un camino de salvación. Ya no
interesa tanto especular sobre la naturaleza del mundo sino postular una forma
de vida que asegure la felicidad y la serenidad de ánimo.
Aparejada a
esa idea de filosofía figura una nueva imagen del sabio, el cual se manifiesta
no ya como el incansable investigador de la verdad, sino como aquel que propone
una mejor forma de vida que lo conduzca a la virtud y a la propia felicidad.
Enseguida
veremos cuáles son las filosofías que en esta época de profundos cambios
sociales y políticos se proponen tales metas concibiendo, según su manera de
pensar, un ideal de sabiduría y de hombre sabio.
2.8 LOS CONCEPTOS DE MATERIA Y FORMA, ACTO Y POTENCIA, Y EL MODELO DE
LAS CUATRO CAUSAS DE ARISTÓTELES COMO ESTRUCTURA INTEGRADORA DE LA ANTROPOLOGÍA
CLÁSICA
Como ya
mencionamos anteriormente, Aristóteles fue el discípulo más importante de
Platón. Nació en Estagira, Macedonia en 384 a. G, razón por la cual se le
conoce como "el estagirita". Durante cerca de 20 años permaneció en
la Academia de Platón recibiendo las enseñanzas de su maestro, al morir éste,
en 348, se trasladó a Asia Menor (Assos), luego a Mitilene y finalmente a la
Corte del rey Filipo de Macedonia, donde fue maestro del conquistador Alejandro
Magno. Hacia el año 335 retornó a Atenas donde fundó su propia escuela llamada
El Liceo donde sus discípulos estudiaban sus lecciones paseando alrededor de
los jardines, por lo cual se les conoció como "peripatéticos" (los
que dan vueltas). Más tarde, debido a un movimiento antimacedónico que resurgió
al fallecer Alejandro Magno y una acusación de impiedad, Aristóteles abandonó
la Ciudad de Atenas en 323 para refugiarse en Calcis de Eubea donde murió en
322. a. C.
La obra de
Aristóteles abarca casi todos los saberes de su época: en el saber teórico y
especulativo destaca La Metafísica o ciencia de los primeros principios, en lo
relativo a las ciencias prácticas escribe obras como la Ética a Nicómaco y la
Magna Ética, en el aspecto del arte figuran La Poética y la Retórica y en lo
que atañe a la vida social está La política. Además como una obra instrumental que
apoya a todas las ramas del saber brillan sus escritos lógicos como una de sus
grandes aportaciones que le han valido el título de "padre de la
lógica". Dentro de estos escritos lógicos sobresalen: Categorías, Sobre la
interpretación, Analíticos primeros y segundos, Tópicos y Elencos Sofísticos.
La estructura
integradora, en sus niveles ontológicos y antropológicos, de la filosofía
aristotélica se revela en La Metafísica; esta obra reúne una serie de escritos
(posibles lecciones que impartió a sus discípulos) y que fueron compilados por
Andrónico de Rodas con el sugestivo nombre de "Metafísica" que
significa "más allá de la física". Este libro trata del ser en cuanto
ser —es decir del ser en general y no de un determinado ser— y de sus
características o propiedades principales, tales como el uno, la verdad y el bien.
Asimismo aborda su división en potencia y acto, en materia y forma, en
sustancia y accidentes. También se habla de las cuatro causas que nos permiten
saber el porqué de las cosas. Todos estos conceptos son muy importantes para el
estagirita ya que permiten dar cuenta de la estructura ontológica,
antropológica de la realidad.
Siendo
discípulo de Platón, Aristóteles no está del todo de acuerdo con su maestro.
Conocida es la frase que se le atribuye: "Soy amigo de Platón pero más
amigo soy de la verdad". En efecto, Aristóteles discrepa de su maestro en
lo referente a la Teoría de las Ideas, que como ya vimos es la doctrina medular
de Platón.
Para
Aristóteles esta teoría duplica innecesariamente la realidad y por ello piensa
que lo que Platón llamó "ideas" no están separadas de las cosas, sino
que forman parte de ellas. "La brusca y radical separación entre los
individuos y las ideas, entre las existencia y las esencias o, si se quiere,
ente las existencias y unas supuestas esencias existentes, es para Aristóteles
una falsa salvación de los fenómenos: los fenómenos no quedan salvados y
entendidos por la participación, sino por la radicación de la idea, de lo
universal en la cosa misma".'4 De acuerdo con esto, la cosa es una
realidad, una sustancia que entraña ciertas propiedades que pueden ser
enunciadas.
Podemos decir
que la noción de sustancia es fundamental en la ontología aristotélica. En el
lenguaje cotidiano la palabra sustancia está asociada a un haber, a algo que se
tiene. Se habla por ejemplo de un guiso o un caldo que es sustancioso o que
tiene "mucha sustancia". En el ámbito de la metafísica la sustancia
es como un soporte o sustrato que admite varias características que no lo
constituyen en cuanto tal o que no son esenciales para su existencia y que por
ello se llaman "accidentes". Por ejemplo son accidentes de la
sustancia mesa: su color café, su tamaño, su forma rectangular, etc. Así, la
sustancia es algo que existe en sí y no en otra cosa (como los accidentes).
Para
Aristóteles hay varias clases de sustancias. Existen las sustancias concretas e
individuales como esta mesa, este libro, este árbol. Estas sustancias
concretas, por su grado de existencia, son llamadas por el propio estagirita:
sustancias primeras.
Al lado de las
sustancias primeras están otro tipo de seres llamados sustancias segundas que
vienen siendo los conceptos universales, los géneros y las especies, lo que
Platón llamaría Ideas (el hombre, el árbol, en general). Estas sustancias
segundas, en la medida en que no está separadas de las cosas no son
"hablando estrictamente' sustancias. Por lo cual la estructura ontológica
de la sustancia está integrada por dos elementos: materia y forma.
La materia es
de lo que está hecha una cosa, y la forma lo que hace que algo sea lo que es,
esto equivaldría a lo que conocemos como esencia. La materia y la forma van
unidas en la confirmación de las cosas, no pueden estar separadas. Toda materia
tiene forma y toda forma posee una materia. ,
Es preciso
aclarar que Aristóteles no entiende por forma "algo puramente geométrico
sino aquellos rasgos que confieren al ser su existencia esencia e individual.
Tampoco entiende por materia estrictamente lo que los físicos conciben como
tal, sino aquello, sea lo que fuere, de lo que está hecho algo. La materia de
un libro no la constituyen simplemente el papel y la impresión, sino también
las palabras, los pensamientos, los sentimientos en él expresados,
etcétera".
Acorde con la
teoría de la materia y la forma, denominada hilemorfismo (hyle, materia y
morphe, forma), Aristóteles desarrolla su concepción de hombre (noción
antropológica).
El hombre es
para Aristóteles una unidad sustancial y no así una unión accidental entre alma
y cuerpo, como la concebía Platón. Esta unidad se encuentra constituida por el
alma o forma y por el cuerpo o materia. Dentro de esta concepción, la materia o
cuerpo ya no es un estorbo, una cárcel donde el alma está encerrada, sino una
parte constitutiva o esencial del ser humano. De acuerdo con esto, el
conocimiento del hombre se inicia a partir de los sentidos; quien esté privado
de sentidos no puede adquirir conocimientos.
En el
conocimiento encontramos grados, niveles de abstracción, los cuales a su vez se
relacionan con las capas de la realidad; de esta manera, a la realidad física
le corresponde la menor abstracción y la mayor concreción; a la realidad
matemática le corresponde —en comparación con la realidad física— una mayor
abstracción, aunque todavía conservando un cierto grado de concreción; en
cambio, a la realidad metafísica le pertenece un máximo de abstracción y un
mínimo de concreción.
De este modo
advertimos una escala ordenada de entes que va desde las cosas físicas, en que
prevalece la potencia, hasta Dios que es acto puro.
El
conocimiento metafísico es como un leer dentro (intus-legire), una capacidad de
penetrar en el interior del objeto para captar su forma y reproducirlo en la
mente formando conceptos o ideas.
De acuerdo con
Aristóteles, las sustancias segundas (los géneros y las especies) no están,
como las ideas platónicas, separadas de las cosas, sino imbuidas, metidas en
ellas, posibilitando su conocimiento. Los llamados universales son sustancias
de carácter abstracto o momentos abstractos de cada cosa individual y por ello,
Aristóteles, como ya vimos, las llama sustancias segundas. Como sustancias
segundas tenemos, por ejemplo, a la especie "hombre" y al género
"mamífero".
Otro problema
que plantea la metafísica es el que se refiere al movimiento. Como ya vimos,
Parménides, en forma sorprendente, negaba que las cosas se movieran pues oponía
radicalmente el ser y el no-ser, rechazando a éste ya que era imposible
pensarlo, pues en cuanto lo hacemos ya está siendo.
LAS ESTRUCTURAS DE LA LÓGICA DE ARISTÓTELES
A Aristóteles
se le debe la sistematización de la Lógica, una de las más importantes
disciplinas filosóficas que desarrolla las formas y leyes del pensar
científico. Así como la retórica se preocupa por enseñar el arte de persuadir,
la lógica se interesa por el arte de investigar, conocer y probar
científicamente. Aristóteles la concibe como un órganon o instrumento de la
investigación científica. Un aspecto fundamental de la lógica aristotélica es
el estudio de las formas básicas del pensamiento: el concepto, el juicio, y el
razonamiento. Al abordar los conceptos o ideas que forja la mente para
aprehender los rasgos esenciales de un objeto, el estagirita habla de las 10
categorías o conceptos fundamentales y de mayor amplitud: sustancia, cantidad,
cualidad, relación, acción, pasión, lugar, tiempo, situación y hábito. Dichos
conceptos o estructuras lógicas representan los modos más generales de ser, es
decir los atributos reales que pueden decirse de las cosas. Por ejemplo: una
sustancia podría ser el concepto hombre; cantidad: mide 2 metros; cualidad:
tiene tez blanca; relación: es mayor que x hombre; lugar: se encuentra en su
oficina; tiempo: el día de hoy; situación: está sentado; acción: se encuentra
trabajando, etcétera.
2.7 EL DUALISMO ANTROPOLÓGICO DE PLATÓN COMO EXPLICACIÓN PRIVILEGIADA
DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Con Platón
(427-348 a. C.) se define y con Aristóteles (384-322 a. C.) su gran discípulo,
alcanza su culminación un nuevo periodo del filosofar griego llamado
sistemático, donde la inquietud por el hombre y sus problemas se ubica dentro
de una visión global de la naturaleza y el cosmos que había sido el tema
principal de los filósofos presocráticos.
Platón, cuyo
verdadero nombre era Arístocles ("Platón", era un apodo que significa
"el de anchas espaldas"), procedía de una familia aristocrática
vinculada a la política. Tuvo una esmerada educación. Desde su juventud dio
muestras de una vocación poética así como para la vida política. Sin embargo,
su contacto con la filosofía de Sócrates a quien consideraba el más sabio de
los hombres lo orientó al cultivo de la filosofía.
Hacia 387 (a.
C.) el mejor discípulo de Sócrates, después de realizar algunos viajes a
Sicilia y a Egipto, funda una escuela llamada La academia en cuyas puertas
estaba escrito: "No entre nadie que no sepa geometría", con lo cual
expresaba un espíritu racionalista, amante del orden y de la armonía que tanto
cautivó al pensamiento de los griegos.
La Academia
tuvo una gran trayectoria histórica, perduró hasta el año de 529 d. C. cuando
el emperador Justiniano la mandó cerrar por considerarla incompatible con sus
ideas cristianas.
Platón
escribió en forma de diálogos donde encontramos diversos personajes, reales y
ficticios, que dialogan, que discuten sobre temas filosóficos. Los estudiosos
de Platón se han preguntado: ¿por qué este filósofo escogió diálogo como forma
de expresión? Sin duda alguna su propósito fue el mantener viva la memoria de
su maestro Sócrates y la manera como éste filosofaba en la plaza pública de
Atenas.
Los diálogos
platónicos se han clasificado de la siguiente manera:
Diálogos de la juventud
·Apología
Defensa de Sócrates, en su proceso.
·El Critón
Critón, amigo de Sócrates le propone fugarse de la cárcel. Sócrates se pregunta
si la fuga es justa o injusta de acuerdo con las leyes del Estado.
·Eutifrón
Trata de la naturaleza de la piedad.
·Laques
Investiga qué es la valentía. Lisis Aborda el tema de la amistad.
Diálogos de la madurez
·Fedro
Habla del amor y la belleza.
·Fedón
Se ocupa de la inmortalidad del alma.
·El
Banquete Trata de la naturaleza del amor o eros como fuerza motora que nos
impulsa al mundo de las ideas.
·La
República Trata de armonizar la vida humana dentro del Estado perfecto.
Diálogos de la vejez
·Las Leyes
Retoma el tema del Estado en una dimensión menos utópica y centrándose en su
legislación.
·El
Sofista Nueva consideración de la Teoría de las ideas.
·Parménides
Defensa de su "teoría de las ideas" contra sus críticas.
Un aspecto
central del pensamiento de Platón es su famosa teoría de las ideas donde
encontramos, desde una perspectiva metafísica, un dualismo antropológico y
cosmológico que habrá de tener significativas repercusiones en la cultura
occidental.
Platón se
enfrenta a dos posturas antagónicas que se habían desarrollado en la etapa
presocrática misma que intenta reconciliar: por un lado Parménides con su
teoría del Ser eterno, inmóvil e increado, y por el otro Heráclito con su idea
del ser cambiante en continua movilidad.
Según nuestro
filósofo la realidad se encuentra escindida, separada en dos mundos: el mundo
de las ideas, mundo metafísico donde se aloja la verdad, formado por las ideas
eternas, increadas, intangibles, invisibles, imperecederas e inmutables que no
son sino entes metafísicos que constituyen el verdadero ser de las cosas.
Este mundo
ideal y perfecto que Platón ubica en un supramundo a topos urano (región
celeste) representa la auténtica realidad hacia la cual el filósofo debe elevar
su pensamiento. A este mundo real, objetivo, perfecto captado por la razón,
opone Platón otro mundo, el mundo de las apariencias: mundo imperfecto, sensible,
cambiante, efímero y nada seguro, el cual — a diferencia del mundo ideal — es
captado o conocido por medio de los sentidos.
A pesar de que
estos dos mundos son opuestos ya que uno es eminentemente racional y el otro
sensible, hay una relación entre ellos; las ideas que moran en el topos urano,
en ese mundo celeste, son como formas, como modelos o arquetipos de todas las
cosas que vemos, que sentimos y tocamos aquí en la Tierra, en este mundo
concreto. Cada idea es un modelo o paradigma de las cosas que observamos, pero
sin que estas cosas jamás alcancen la suprema perfección de las ideas o de sus
respectivos modelos.
Según Platón
un paisaje que observamos y que captamos por nuestros sentidos, no es más que
una réplica o copia de un lugar ideal que existe en el reino de las Ideas.
Las cosas que
aquí vemos, en este mundo imperfecto y transitorio, de fenómenos que aparecen y
desparecen, no son más copias o efímeras sombras de una realidad superior y
perfectísima que configura el mundo de las ideas. Por decir algo: tenemos la
idea de blancura absoluta y perfecta, sin embargo los objetos blancos que aquí
vemos, en este mundo temporal y fenoménico, por ejemplo unas hojas blancas,
jamás reflejarán la blancura en sí misma, pues nos damos cuenta que son más o
menos blancas, regularmente blancas o bien tienen presentar diversas
tonalidades de blancura; unas son medio azuladas, otras medio amarillentas
porque el tiempo las ha deteriorado, en cambio otras son más blancas en
comparación con aquéllas, y a todas las llamamos o las identificamos como
"hojas blancas"; no obstante, ninguna de ellas llega a ser lo blanco
en sí, lo blanco perfecto. Son "blancas" en la medida en que
participan de la idea de blanco en sí.
La teoría
platónica de que estamos viviendo en un mundo imperfecto en una realidad o
cuasi-realidad aparente e ilusoria, y que la auténtica realidad se encuentra en
un mundo perfecto llamado Mundo de las Ideas, que trasciende el mundo empírico,
ha hecho pensar en Platón como un filósofo idealista decepcionado y divorciado
de su realidad, un filósofo que rechaza y reacciona contra una sociedad
imperfecta, corrupta e injusta, lo cual —como veremos— lo llevará a proyectar
una sociedad ideal, una república perfecta donde finalmente impere la justicia
y la armonía.
2.6 PROPUESTA ÉTICA-ANTROPOLÓGICA DE SÓCRATES COMO INICIO DEL
RAZONAMIENTO SOBRE LA VERDAD Y LA VIRTUD
En el siglo V
a. C. la filosofía llega a un estado de madurez sorprendente, abandona las
viejas especulaciones cosmológicas de los primeros filósofos del siglo VI y de acuerdo
con las nuevas circunstancias históricas se encamina a reflexionar sobre el hombre
y su sociedad y de esta manera se habla de un nuevo periodo conocido, corno
"antropológico" o "humanista" dentro del cual se desarrolla
la democracia en Atenas la cual permite que el centro de atracción de la filosofía
misma se dirija hacia el tema del hombre. El alma, la conducta individual y los
fundamentos de la organización social, el conocimiento y la acción se
convierten en los principales problemas de la filosofía,
La forma
democrática del Estado reclamaba la suficiente destreza para hablar en público,
elocuencia para convencer a los ciudadanos en las asambleas populares, y en los
tribunales. Aparece un nuevo tipo de filósofos y de maestros del saber cómo los
sofistas que más adelante veremos, y junto a ellos un filósofo excepcional
llamado Sócrates (469-399 a. C.) cuya huella ha sido muy profunda en el
pensamiento griego y en toda la cultura occidental.
Sócrates nació
en Atenas procedía de una familia humilde, su padre, Sofronisco era escultor y
su madre, llamada Fenarete, se dice que era partera. El filósofo ateniense
decía que había heredado el oficio de sus progenitores en la medida en que se
había preocupado por esculpir, en el alma de cada individuo, la verdad y la
virtud, así como ayudar a parir, en el fondo de cada alma, el conocimiento de
sí mismo, así como las virtudes que el ser humano requiere para vivir en
sociedad.
El creador de
la mayéutica no dejó ningún testimonio escrito de su pensamiento y acciones. Su
filosofía y vida es conocida gracias a tres fuentes fundamentes: la que nos
proporciona Aristófanes en su comedia Las Nubes; la que nos ofrece Platón en
sus inmortales diálogos y la que escribe Jenofonte en sus Memorias de Sócrates.
Estas tres fuentes nos transmiten diversos puntos de vista acerca de la obra y
personalidad de Sócrates: Aristófanes hace una caricatura del filósofo
presentándolo en una fábrica de ideas o "pensadero" con sus
discípulos creando ideas extravagantes, mientras que el Sócrates de Platón
"es o bien una imagen muy adornada de lo que un gran filósofo debe ser, o
bien una "máscara" con la que se encubre a sí mismo",6 y, por
último, el Sócrates que evoca Jenofonte "es un predicador excelente,
aunque algo prosaico, de una moralidad buena, de sentido común, con un marcado
disgusto por las especulaciones no prácticas y la ciencia inútil."
Frente a los
antiguos filósofos cosmológicos que se afanaban en investigar el mundo
exterior, Sócrates se interesa en el conocimiento del ser humano, por ello
Cicerón decía que el filósofo griego había bajado la filosofía del cielo a la
tierra obligándola a preguntar por el quehacer de los hombres en las ciudades.
Así, la filosofía desde la perspectiva de Sócrates, deberá centrarse en el
conocimiento del hombre para hacerlo bueno o virtuoso. La divisa de la
filosofía socrática será: "conócete a ti mismo*. Buscar el conocimiento
implica que no se sabe nada. El verdadero sabio es aquel que reconoce su
ignorancia y que por ello pretende superarla mediante la auténtica búsqueda de
la verdad, de ahí la famosa frase atribuida al propio Sócrates: "sólo sé
que nada sé".
En contra de
la pretendida sabiduría de los sofistas Sócrates argüía no saber nada, y en
contra de sus antecesores físicos o cosmólogos que sólo buscaban el
conocimiento del mundo exterior, instaba a sus contemporáneos al conocimiento
de sí mismos. "En Sócrates la vida interior afirma la unidad del hombre;
lo que se llama externo es lo ajeno a esta unidad, lo que amenaza romperla
perturba su armonía: los bienes materiales, los afanes por las cosas accesorias
y carentes de importancia, la ignorancia y la falta de virtud. Pero el cuerpo,
la necesidad de cuidarlo, de mantenerlo bello y dispuesto, son afirmados
reiteradamente".
El
conocimiento para Sócrates no es meramente especulativo o contemplativo, está
al servicio del bien, no de un bien o virtud abstracta o remota, sino a un bien
próximo y concreto que puede realizar el ciudadano en sí mismo, en su propia
vida, y en la convivencia con los demás seres humanos en el seno de la
comunidad para el mejoramiento de ésta y del propio individuo. La educación
moral del hombre se convierte, en la filosofía socrática, en el fin primordial
de la filosofía, de ahí que sea indispensable el conocimiento de la virtud. El
recto conocimiento de las cosas conduce al hombre a vivir moralmente. La virtud
nace del conocimiento, quien sabe lo que es bueno acaba por practicarlo. El
hombre sabio es por esencia bueno, el mal es engendro de la ignorancia, de tal
manera que al que llamamos "malo" o "vicioso" no es más que
un ignorante, ayuno de virtudes porque no ha tenido ocasión de conocerlas. La
virtud se funda en el saber. A esta postura que hace coincidir la virtud con el
conocimiento se denomina intelectualismo moral pero además de presentar un
intelectualismo moral la ética de Sócrates desemboca en un eudemonismo toda vez
que la virtud es el camino para lograr la felicidad humana, de esta manera en
la filosofía socrática quedan eslabonados o vinculados estos tres conceptos:
conocimiento, virtud y felicidad. Una felicidad primordialmente interior, no
goce de las cosas externas, las cuales no son en principio eliminadas, sino,
por así decirlo, suspendidas.
Sócrates
estaba convencido de que sin una constante indagación el descubrimiento de lo
que es justo, bueno y virtuoso no sería posible. Como vemos en otro de nuestros
temas el método idóneo para este descubrimiento es la mayéutica o arte de dar a
luz a la verdad por medio de preguntas lanzadas a un interlocutor dispuesto a
saber, por ejemplo, que es lo bueno, lo justo y lo verdadero.
Podemos decir
que la intervención de Sócrates en el perfeccionamiento de los ciudadanos de su
Polis consistió en interesarlos, en motivarlos para que por sí mismos
descubrieran la verdad, la naturaleza de las virtudes hasta donde ello fuera
posible. La misión del filósofo era el de ser un guía, un conductor del
diálogo, de esta dialéctica que impulsara la reflexión como una eficaz
herramienta para orientar la vida en la Polis.
De esta
manera, como dice E. Nicol, "el método socrático es un camino de vida y no
una lógica". "Sócrates ha sido el filósofo más desprovisto de afán de
poder de toda la historia del pensamiento occidental. Sus contemporáneos, y
toda la posteridad conocen y comentan sus virtudes de humildad, de pobreza, de
temperancia, su porte sencillo y su fácil abstinencia de todo lo que implique
distinción y brillo y vana dignidad". "El logos sin poder, la
suficiencia sin soberbia: ésta es la enseñanza de Sócrates".
Acusado de
impiedad o de no reconocer a los dioses de la ciudad y de corromper a la
juventud con sus enseñanzas, Sócrates se convirtió en un mártir de la
filosofía. Fue condenado a muerte, a beber la cicuta en 399 a. C. No aceptó el
destierro ni huir de la prisión, alegando que es mejor ser víctima del Estado
que desobedecer las leyes, que aunque injustos, lo habían condenado atendiendo
al interés general de un régimen supuestamente "democrático".