martes, 29 de marzo de 2016

2.6 PROPUESTA ÉTICA-ANTROPOLÓGICA DE SÓCRATES COMO INICIO DEL RAZONAMIENTO SOBRE LA VERDAD Y LA VIRTUD


En el siglo V a. C. la filosofía llega a un estado de madurez sorprendente, abandona las viejas especulaciones cosmológicas de los primeros filósofos del siglo VI y de acuerdo con las nuevas circunstancias históricas se encamina a reflexionar sobre el hombre y su sociedad y de esta manera se habla de un nuevo periodo conocido, corno "antropológico" o "humanista" dentro del cual se desarrolla la democracia en Atenas la cual permite que el centro de atracción de la filosofía misma se dirija hacia el tema del hombre. El alma, la conducta individual y los fundamentos de la organización social, el conocimiento y la acción se convierten en los principales problemas de la filosofía,
La forma democrática del Estado reclamaba la suficiente destreza para hablar en público, elocuencia para convencer a los ciudadanos en las asambleas populares, y en los tribunales. Aparece un nuevo tipo de filósofos y de maestros del saber cómo los sofistas que más adelante veremos, y junto a ellos un filósofo excepcional llamado Sócrates (469-399 a. C.) cuya huella ha sido muy profunda en el pensamiento griego y en toda la cultura occidental.
Sócrates nació en Atenas procedía de una familia humilde, su padre, Sofronisco era escultor y su madre, llamada Fenarete, se dice que era partera. El filósofo ateniense decía que había heredado el oficio de sus progenitores en la medida en que se había preocupado por esculpir, en el alma de cada individuo, la verdad y la virtud, así como ayudar a parir, en el fondo de cada alma, el conocimiento de sí mismo, así como las virtudes que el ser humano requiere para vivir en sociedad.
El creador de la mayéutica no dejó ningún testimonio escrito de su pensamiento y acciones. Su filosofía y vida es conocida gracias a tres fuentes fundamentes: la que nos proporciona Aristófanes en su comedia Las Nubes; la que nos ofrece Platón en sus inmortales diálogos y la que escribe Jenofonte en sus Memorias de Sócrates. Estas tres fuentes nos transmiten diversos puntos de vista acerca de la obra y personalidad de Sócrates: Aristófanes hace una caricatura del filósofo presentándolo en una fábrica de ideas o "pensadero" con sus discípulos creando ideas extravagantes, mientras que el Sócrates de Platón "es o bien una imagen muy adornada de lo que un gran filósofo debe ser, o bien una "máscara" con la que se encubre a sí mismo",6 y, por último, el Sócrates que evoca Jenofonte "es un predicador excelente, aunque algo prosaico, de una moralidad buena, de sentido común, con un marcado disgusto por las especulaciones no prácticas y la ciencia inútil."
Frente a los antiguos filósofos cosmológicos que se afanaban en investigar el mundo exterior, Sócrates se interesa en el conocimiento del ser humano, por ello Cicerón decía que el filósofo griego había bajado la filosofía del cielo a la tierra obligándola a preguntar por el quehacer de los hombres en las ciudades. Así, la filosofía desde la perspectiva de Sócrates, deberá centrarse en el conocimiento del hombre para hacerlo bueno o virtuoso. La divisa de la filosofía socrática será: "conócete a ti mismo*. Buscar el conocimiento implica que no se sabe nada. El verdadero sabio es aquel que reconoce su ignorancia y que por ello pretende superarla mediante la auténtica búsqueda de la verdad, de ahí la famosa frase atribuida al propio Sócrates: "sólo sé que nada sé".
En contra de la pretendida sabiduría de los sofistas Sócrates argüía no saber nada, y en contra de sus antecesores físicos o cosmólogos que sólo buscaban el conocimiento del mundo exterior, instaba a sus contemporáneos al conocimiento de sí mismos. "En Sócrates la vida interior afirma la unidad del hombre; lo que se llama externo es lo ajeno a esta unidad, lo que amenaza romperla perturba su armonía: los bienes materiales, los afanes por las cosas accesorias y carentes de importancia, la ignorancia y la falta de virtud. Pero el cuerpo, la necesidad de cuidarlo, de mantenerlo bello y dispuesto, son afirmados reiteradamente".
El conocimiento para Sócrates no es meramente especulativo o contemplativo, está al servicio del bien, no de un bien o virtud abstracta o remota, sino a un bien próximo y concreto que puede realizar el ciudadano en sí mismo, en su propia vida, y en la convivencia con los demás seres humanos en el seno de la comunidad para el mejoramiento de ésta y del propio individuo. La educación moral del hombre se convierte, en la filosofía socrática, en el fin primordial de la filosofía, de ahí que sea indispensable el conocimiento de la virtud. El recto conocimiento de las cosas conduce al hombre a vivir moralmente. La virtud nace del conocimiento, quien sabe lo que es bueno acaba por practicarlo. El hombre sabio es por esencia bueno, el mal es engendro de la ignorancia, de tal manera que al que llamamos "malo" o "vicioso" no es más que un ignorante, ayuno de virtudes porque no ha tenido ocasión de conocerlas. La virtud se funda en el saber. A esta postura que hace coincidir la virtud con el conocimiento se denomina intelectualismo moral pero además de presentar un intelectualismo moral la ética de Sócrates desemboca en un eudemonismo toda vez que la virtud es el camino para lograr la felicidad humana, de esta manera en la filosofía socrática quedan eslabonados o vinculados estos tres conceptos: conocimiento, virtud y felicidad. Una felicidad primordialmente interior, no goce de las cosas externas, las cuales no son en principio eliminadas, sino, por así decirlo, suspendidas.
Sócrates estaba convencido de que sin una constante indagación el descubrimiento de lo que es justo, bueno y virtuoso no sería posible. Como vemos en otro de nuestros temas el método idóneo para este descubrimiento es la mayéutica o arte de dar a luz a la verdad por medio de preguntas lanzadas a un interlocutor dispuesto a saber, por ejemplo, que es lo bueno, lo justo y lo verdadero.
Podemos decir que la intervención de Sócrates en el perfeccionamiento de los ciudadanos de su Polis consistió en interesarlos, en motivarlos para que por sí mismos descubrieran la verdad, la naturaleza de las virtudes hasta donde ello fuera posible. La misión del filósofo era el de ser un guía, un conductor del diálogo, de esta dialéctica que impulsara la reflexión como una eficaz herramienta para orientar la vida en la Polis.
De esta manera, como dice E. Nicol, "el método socrático es un camino de vida y no una lógica". "Sócrates ha sido el filósofo más desprovisto de afán de poder de toda la historia del pensamiento occidental. Sus contemporáneos, y toda la posteridad conocen y comentan sus virtudes de humildad, de pobreza, de temperancia, su porte sencillo y su fácil abstinencia de todo lo que implique distinción y brillo y vana dignidad". "El logos sin poder, la suficiencia sin soberbia: ésta es la enseñanza de Sócrates".

Acusado de impiedad o de no reconocer a los dioses de la ciudad y de corromper a la juventud con sus enseñanzas, Sócrates se convirtió en un mártir de la filosofía. Fue condenado a muerte, a beber la cicuta en 399 a. C. No aceptó el destierro ni huir de la prisión, alegando que es mejor ser víctima del Estado que desobedecer las leyes, que aunque injustos, lo habían condenado atendiendo al interés general de un régimen supuestamente "democrático".


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