martes, 29 de marzo de 2016

2.5 ANALIZA LAS EXPLICACIONES CON BASE EN EL MOVIMIENTO QUE SUSTENTAN LOS FILOSOFOS MECANICISTAS.

Los filósofos jónicos que iniciaron la filosofía en la Antigua Grecia: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes postulaban un solo principio como el origen de todas las cosas (agua, fuego, aire). Ante esta postura monista surgieron otros filósofos portadores de un pluralismo, que sostenían que la realidad estaba conformada por una multitud de principios fundamentales que se movían de manera mecánica. Consideraban que era necesario hallar una causa que explicara el movimiento. Suponían que la materia era inerte y que sólo se movía bajo el impacto de alguna fuerza externa.
Estos filósofos pluralistas y mecanicistas que veremos a continuación consideraban que las cosas suceden porque hay un orden, una disposición de las partículas o elementos organizados de manera preestablecida.
Empédocles de Agrigento. Vivió entre los años 492 y 432 a. C. Era originario de Agrigento, ciudad de la que fue durante mucho tiempo caudillo político. Era médico de profesión y creía estar dotado de poderes mágicos. Una leyenda cuenta que puso fin a su vida arrojándose al volcán Etna. Escribió dos poemas. El primero sobre La naturaleza que trata el problema cosmológico.
El segundo, titulado Las purificaciones, que es de estilo florido, mágico y rico en metáforas, y en el que habla, entre otras cosas, de la transmigración de las almas. En esas obras se han visto dos tendencia al parecer opuestas en Em-pédocles: "una científica" y hasta materialista-mecanicista y otra religiosa y hasta mística.
Según Empédocles, todo está compuesto de cuatro elementos diferentes: tierra, agua, aire y fuego. Estos cuatro elementos constan de partículas inmutables y últimas que se mezclan unas con otras gracias a las fuerzas provocadas por dos principios antagónicos: el amor y el odio, formando los objetos concretos del mundo, los cuales dejan de ser cuando las partículas de estos elementos primordiales se separan.
El amor y el odio, en la filosofía de Empédocles, son concebidos como fuerzas físicas o materiales. El amor o atracción, mezcla o reúne las partículas de los cuatro elementos en distintas proporciones, por lo que resultan las cosas que existen; mientras que el odio o la discordia separan las partículas, provocando con ello la extinción o aniquilación de las cosas.
El amor y el odio se están disputando la primacía en el proceso del mundo. Es por ello que Empédocles introduce una especie de ciclos o estadios ordenadores periódicos, gracias a los cuales los elementos se encuentran en un cambio infinito.
Al comienzo de un ciclo, los elementos están todos entremezclados —no separados aún, de manera que formen los objetos concretos tal como nosotros los conocemos— y constituyen una mezcolanza general de partículas de tierra, aire, fuego y agua. En esta fase primitiva del proceso, el principio que gobierna es el amor, y al todo se le llama dios bendito. Pero el odio ronda en torno a la esfera, y cuando consigue penetrar en ella se inicia el proceso separador, la desunión de las partículas. Finalmente, la separación llega a ser completa: todas las partículas de agua se juntan, e igualmente todas las partículas de fuego y todas las de los otros elementos, por separado. El odio reina como dueño y el amor ha sido expulsado. Mas el amor, a su vez, inicia su obra y así origina el gradual mezclarse y unirse de los diversos elementos, proceso que sigue adelante hasta que las partículas elementales vuelven a estar mezcladas entre sí como lo estaban al comienzo. Entonces le toca otra vez el turno al odio. Y de esta manera continúa el proceso, sin un primer comienzo y sin un último fin.
Cabe señalar que Empédocles toma ideas tanto de Parménides como de Heráclito para formular su pensamiento sobre la.physis o naturaleza de las cosas. Del primero toma "el ser inmutable" que caracteriza a los cuatro elementos, y del segundo recoge la noción del cambio, que se da a partir del amor o la armonía y del odio o la discordia, que operan sobre dichos elementos en los diversos ciclos.
Demócrito de Abdera (460-370). Tuvo como maestro a Leucipo, fundador de la teoría atomista, misma que este filósofo sostuvo. Demócrito era un escritor elegante y fecundo. Entre sus obras se encuentran: El pequeño orden del mundo, Tritogeneia (que trata sobre moral), De las formas, Del entendimiento, Del buen ánimo y Preceptos. A la pregunta sobre el origen o arje de las cosas, el destacado alumno de Leucipo arguye que el principio de todo se explica a partir de la existencia de unidades o partículas pequeñísimas e indivisibles que son los átomos o cuerpos densos. Su número es infinito-, son impenetrables, indestructibles, eternos, pesados, y todos de la misma naturaleza. Sin embargo, entre ellos se da una infinita variedad de formas externas y de tamaños. Por ejemplo: la luz y el alma están formadas por átomos sutiles y rápidos (de fuego esférico). La sensación se explica por las imágenes o representaciones materiales (eidola) o partículas de materia que recibimos de los cuerpos; se debe a ciertos átomos sutiles que entran en nuestros sentidos por los poros y forman imágenes de las cosas en el alma, que es una combinación de átomos.
En uno de sus escritos Demócrito señala que estos átomos se mueven en el vacío infinito, separados unos de otros y diferentes entre sí en figuras, tamaños, posición y orden. Al sorprenderse unos a otros se colisionan y algunos son expulsados mediante sacudidas al azar en cualquier dirección, mientras que otros, entrelazándose mutuamente en consonancia con la congruencia de sus figuras, tamaños y ordenamientos, se mantienen unidos y así originan el nacimiento de los cuerpos compuestos.
Por otra parte. Demócrito observa que el ser de las cosas se constituye a partir de los efectos mecánicos del impacto de la presión y lo compacto de los átomos como sucede entre el imán y el hierro, o la luz y el ojo. Pero esto sólo puede suceder cuando las cualidades de la cosas dependen de la figura, la magnitud, la posición y el orden de los átomos.
En el campo político, Demócrito fue un defensor de la democracia. Heredero de una pequeña fortuna, se dedicó en su juventud a viajar por Egipto, Etiopía, Persia e India. Dirigió la escuela de Leucipo en Abdera y después se re tiró a Atenas en donde conoció a Sócrates. Se le considera como el verdadero iniciador del materialismo filosófico.
         Anaxágoras (499-428 a. G). Fue otro de los grandes pluralistas griegos, nació en Clazomene, en el Asia Menor Fue acusado de impiedad por los enemigos de Pericles, el líder de la democracia ateniense, con quien cultivaba amistad, viéndose obligado a abandonar en 434 la ciudad de Atenas donde había permanecido durante algún tiempo. Según Diógenes Laercio, que como sabes escribió la vida de los filósofos ilustres de la Antigüedad, Anaxágoras fue el primero que a la materia añadió la inteligencia o pensamiento (nous). Por ello se dice que este filósofo elabora una doctrina intermedia entre el naturalismo de los milesios y el idealísimo socrático, del que es un notable antecedente.
        Para explicar el origen de las cosas. Anaxágoras no parte de un principio único, alejándose de la posición monista de los milesios, sino que parte de la suposición de un número infinito de elementos, de gérmenes o semillas, que se diferencian entre sí cuantitativamente, que poseen propiedades irreductibles y por cuya mezcla se originan las cosas visibles o materiales.        
Según Anaxágoras, los elementos que conforman los objetos del mundo sensible no son simples, y los que parecen más simples son los más complejos, pues en cada cosa hay una parte de todas las cosas y "todo es todo".
Por ejemplo, en lo que come cualquier organismo animal, y por el cual nacen y crecen cosas diversas tales como: huesos, nervios, cabellos, tejidos están contenidas todas estas cosas.
Confusión, separación y mezcla son lo que determina la formación de las cosas sobre la base de estas semillas que Aristóteles llamó homeomerías, teniendo en cuenta que, para Anaxágoras, las partículas de una sustancia son homogéneas.
Las homeomerías estaban en un principio en un estado de caos o confusión que sólo pudo ser ordenado por el espíritu, la inteligencia, la mente. El nous o inteligencia es el principio del orden, pero también el principio de animación y de individualización de las cosas que constituyen el orden armónico del universo. Pero es precise advertir que el nous produce el orden de un modo previsto desde siempre, no como un destino, sino como una fuerza mecánica que se desarrolla a partir de su propio centro, esto es, del centro de su movimiento en torbellino.
Aunque Anaxágoras admite que las propiedades de las cosas pertenecen efectivamente a los objetos, considera que el conocimiento sensible es imperfecto y que el conocimiento racional es más confiable.
Aquí se empieza a vislumbrar el dualismo metafísico de mente y materia en la medida en que Anaxágoras concibe al nous como entendimiento divino, como una sustancia pensante omnipotente separada de la materia primordial.
Por otra parte, Anaxágoras reconoce que la naturaleza se desarrolla de acuerdo con leyes necesarias, manifestando así un mecanismo de orden físico al paso que metafísicamente el mundo tiene su origen por un acto de la inteligencia y se conduce hacia un fin (visión ideológica).
Se ha reconocido que la filosofía de Anaxágoras es un precedente de muchas teorías, que constituye un elemento de transición entre el pensamiento materialista y monista y el pensamiento idealista y dualista.


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